domingo, 8 de agosto de 2010

Rojo

Espero que me perdones,
porque ha pasado el tiempo
y ya no soy lo que era.
Ni tú.
Perdóname porque ya no te veo igual,
con los mismos ojos,
con las mismas ganas de besarte.

Quizás sea el costo que te metes
entre pecho y espalda,
pero me cansa fingir que sigo perdida.
Perdóname,
porque mi cuerpo ya no tiembla.
Perdóname,
porque ya no suspiro
por tu piel morena.

Y si antaño me desviví
por tus ojos ambarinos,
ahora rezo
por no volver a pisar esta pequeña isla,
a la que tu llamas hogar,
pero para mi es una tortura.

Confío en que me perdones,
por no llorar como solía,
por no llamarte a gritos
en la noche,
y por no escucharte si me hablas,

Perdóname por serte infiel conmigo misma,
porque sólo así respiro a gusto,
y con la mediocridad por delante
camino sin rumbo,
ni sendero.

Mis pies descalzos ya no escriben
tu nombre en la arena.
Y perdóname, si te pareces demasiado
a alguien que desconozco

Perdóname, por que el rojo de mis labios,
es un símil demasiado sutil
con el rojo de los tuyos.