sábado, 13 de septiembre de 2014

El autor de un arte.

I

Se me erizó la nuca cuando me dijiste “bonita”.
Bajaste las manos por mi cintura, y apretaste mi columna.

Descubriste una guitarra que ni yo misma conocía y me sentí mujer.
Pasaste tu lengua por mi espalda con una lentitud exasperante.
Me mordiste un omóplato.

Mordiste el cuello.
Mordiste el lóbulo.
Mordiste los muslos.


II

Y me quedan marcas de desespero por lo que no será.
Soy consciente de mi error.
Fue mío.

Fue porque descubriste una guitarra que ni yo misma conocía y me sentí mujer.

Tus yemas paseando por mis piernas, por mis brazos.
Tus manos ladeando mi cabeza, sin demasiadas sutilezas.

III

Se me nota.
Se me nota en la mirada y en las manos.
Se me nota porque fumo más.
Tiemblo más.
No te miro a los ojos.
Se me nota porque me sonrojo.

IV

Y se me pierden los dedos en tus manos
cuando nos sentamos a ojear series.

Se me pierden los ojos en tu cara
cuando pasas horas tocando.

Se me pierden los sentimientos en tu boca
cuando cantas sin darte cuenta.

Se me pierde la vida mirándote.

V

Te quiero un poco menos que de costumbre.
En realidad, te quiero diferente.

Te quiero con lentitud, con calma.
Te quiero sin volverme loca, sabiendo que está bien.
Te quiero con pasión entre las sábanas.
Aunque ahí, tú me quieres mucho más.

VI

Aún me queda arena en las gafas,
marcas de dientes,
heridas que curar.

VII

Tienes las pestañas más bellas que he visto nunca.
La curva de tu espalda es la que me sostiene,
me pierdo en ella y no mentiré:

He pasado horas mirándola.