Hay tres momentos que no olvidaré nunca:
Cuando me dejaste en mi casa
y me dijiste “bonita” por primera vez.
Cuando me besaste los hombros,
te dije que pararas y no lo hiciste.
Cuando me dijiste que tus sábanas olían a mi.
Tampoco olvidaré tu sonrisa,
pero eso es de otros versos.