sábado, 21 de julio de 2012

Las que no contaste. Y lo que no cuento.


Llámalo alcohol, llámalo melancolía.
Como siempre, bendita monotonía, me pregunto:
¿Sabes?
Porque a  veces no sé si sabes.
Si sabes que te miro,
si sabes que odio tu forma de caminar,
por ser tan peculiar y tan familiar  para mi.
Intuye, al menos intuye, que sigo mirándote como antes.
Creo, -y se que no estoy equivocada, -
que tu mirada a veces se acopla a la mia.
Lo siento si miento,
si finjo, si asiento,
si sonrío, si hablo.
 Perdón,
porque tu olor me abruma,
si tu mirada me desboca.
Pero al final sólo me queda mi carrera,
actuar para sobrevivir.
Lo único que quiero es que seas feliz.
Al fin y al cabo, igual que a todos a los que quiero,
sólo quiero que sean felices.
Aunque me cueste olvidar tu invierno,
o tus cicatrices nunca expuestas.
O las mías.
Y, al final,
aunque nunca las contaras,
tus cicatrices ganaron.
Siempre.