martes, 14 de agosto de 2012

-Sin título-


Para. Para de escribir mensajes que no pretenden ser indirentas, pero lo son. Para de escribirle una carta cada día para al final hacerla desaparecer. Para de pensar en que todo está mejor cuando te emborrachas. Para de esperar una respuesta que no quieres oir. Para de llorar.

Te veo, agarrándote las rodillas y llorando tanto que podrías llenar un mar. Hacía años que no te veía así. La única diferencia es que antes lo hacías contra la pared, sentada en la cama, abrazada a la almohada. Pero en la misma posición. Con el mismo silencio para no inoportunar, para no llamar la atención, para disimular.

Deja de rezar porque sabes que es absurdo. Y más de rezar por lo que rezas. Deja de querer dejar morir todo. Deja de hacer esto. Sabes lo que ocurre después. Sabes lo que ocurre. Y no encuentro un salvavidas entre toda esta mierda. Puto egoismo. Rodeada de gente que te adora, pasándoto sólo cosas buenas ¿no?.

¡Que te levantes! ¡He dicho que te levantes! ¡Deja de llorar! ¡Límpiate esa cara! Vístete. Maquillate. Sonríe. Actúa. Pueden pasar dos cosas:

Que la ficción se torne a realidad por arte de magia.

Que te metas tanto en el papel que acabes creyéndotelo.

Eres feliz. Sonríe. Deja de llorar. Límpiate la cara.

¡Deja de llorar!

¡Sonríe!

¡Sonríe!

Sé feliz.