miércoles, 24 de agosto de 2011

No sin antes decir

Escribo esto a la una de la mañana, teniendo que levantarme a las 6, con claras intenciones. Primera, actualizar y dar la noticia de mi próximo viaje a Alemania; segunda, escribir para alguien, que no es nadie en realidad, para quien quiera escuchar, para quien ame la nostalgia y para demás gentucilla que pasee por aquí.

Tras recibir la noticia de que me voy a trabajar un año a tierras germanas todo ha sido un frenesí, y ahora que quedan escasos cinco días para mi marcha y dos para mi cumpleaños me pongo nostálgica. He estado viendo a gente que no veía hace años, o que sólo veía una vez al año. Y hago un recorrido por mi escasa memoria... Mi infancia, tranquila y apacible. Quizás algo turbulenta al cambiar de colegio. Mi juventud, y mi caótica y desenfrenada adolescencia. Mi primer amor, mi primer llanto por él. Depresiones. Caos. Y ahora, tranquilidad.

He conseguido calma a los veinte años. Relativa paz mental y ¡menos mal! ¡Ya iba siendo hora! Pero me atormenta el pasado, viejos amores, y nuevos. Viejos amigos, y nuevos. Y tu. Siempre tu. Eternamente tu. Can ganas de poesía pero sin musa respiro tu pelo. Aunque no esté. Y haberme dado cuenta tarde de tu lunar en el ojo. De tu sonrisa a medias. Y sus ojos mezclados, azules y verdes, con ámbar, con amor. Y su olor, y sus dedos. Y tu. Y mi amor, y mi vida. Y él.

Leer antiguas publicaciones y ninguna dedicada, jamás. Sólo algunas poesías olvidadas por el tiempo, algunas palabras escritas más por teclear que por dejar huella, por pasar el rato. Y busco entre las mias, y aunque dedicadas a ojos color ámbar, a serpientes quisquillosas o a amores imposibles, tenías razón. Siempre estás en ellos. Por los lunares, por el azul, por las mentiras, por los presagios.

Pero sólo te puedo decir lo que a los demás. Te quiero, y te echaré de menos.