sábado, 23 de noviembre de 2013

Un dia me perdí y dejé de ser yo.
Hubo un día en el que la melancolía me inundó.
Y dejé de ser yo.
Erase un día en el que todo dejó de funcionar a mi alrededor
y dio igual que fuera, y dio igual quien fuera.
La parsimonia, el ir de copa en copa,
de cama en cama.
Hasta eso me aburrió.
Y estoy –y estaba-
tirada en un sofá, con quien sabe cuántas botellas,
con quien sabe cuántos cigarros.
Hubo un día en el que dejé de ser yo.
Me convertí en la furcia barata
que te añora en los ratos que tiene para pensar.
Perdóname, no son muchos.
Perdóname, no pienso en ti mucho.
Demasiado, diría.
Y con una estela, de ese aliento que odias.
Sabes que no tanto, te informo.

Hoy  muero, hoy mueres.

martes, 19 de noviembre de 2013

El parque nos esperaba como siempre,
con sus hojas vibrando por nosotros.
El árbol esperaba nuestra llegada
para saber si seguíamos besándonos.
El banco esperaba a ver si escribíamos algo más.

Y yo espero que sigas pensando en mi.

Cuando te encuentras con una botella a solas,
y un paquete de tabaco,
te das cuenta del problema.

Del problema de estar lejos.
Del problema de estar sola.

De no poder hablar,
y contar solo la verdad a medias.
Cuéntame, ¿cómo te han ido estos años?
Cuéntame si me anhelaste.

Y nos vemos ante una amiga de vino blanco,
observándonos,
calibrándonos.
Decidiendo si somos buenos el uno para el otro.

Repaso mi vida,
con pequeñas trazas de amargura y me pregunto
¿de qué me arrepiento?
Y me pregunto
¿sigo esperando?

No sé cómo será tu vida,
si eres feliz o, quizá,
te sientes delante de una botella
como hago cada noche,
esperando ver tu cara entre mis lágrimas.

Y todos se reirán de nosotros,
pero nosotros lo haremos a solas

porque ninguno se ha sentido así.