domingo, 4 de mayo de 2014

I
A veces, de repente, vuelves.
¿Hace cuanto?
¿Cinco años?
Aparece tu perfume en mi ventana y me vacío.
Oigo tus latidos
en tímpanos ajenos que pasean distraídos,
ajenos a un calvario extinto,
A una agonía pulida que no existe.

II
Anoche renaciste en mi inconsciente,
y como un Fénix me quemaste sin pudor.
Abracé una figura inerte que olía a ti,
que rebosaba ego y odio.
Me asesinabas con una mirada oscura,
sin nada latente.

III
Ahora tengo un perro, algunas lágrimas más.
Muchas sonrisas, uso cremas.
Me voy al país de las naranjas y del té.
Bebo un poco más, fumo lo mismo.
Me va bien.
Escribo un ensayo sobre ateísmo,
¿cómo irás en ese tema?
Me gusta levantarme temprano,
a veces por las noches me siento un poco sola.
Ya no como carne.

IV
Qué pena que las oportunidades terminen.
Eres de los pocos que se merecen un “lo siento”.
Un “lo hice mal”.
Un “espero que te vaya genial,
creo que ahora estás en Madrid.
espero que no eches de menos el mar.”