miércoles, 20 de agosto de 2014

Quizá te acuerdes de mi.

Me vi, me vi a lo lejos.
Despojada de recuerdos que no me atreví a contar.
En la charca donde caí,
en el banco dónde nos besamos.
Tres semanas después cayó Delos.
Feneció mi alma.
Falleció mi ego.

Quédate con las miradas.
Quédate con las llamadas.
Quédate con la esperanza
que me vendí.

Qué no sería nada. Qué se pasaría. Qué no sería nada.
Tu dedo no recorrería su espalda,
tus marcas no serían suyas.

Una sonrisa a medias,
mentiras en tu sofá.
Cuando luches por escuchar su latido,
suspires por ver brillar su piel.
Cuando te embriagues para amar un poco menos,
cuando luches por no llorar a oscuras.

Si sus manos se pierden debajo de la almohada,
y no sonríe al tomar café.
Acuérdate de la melancolía que vagaba por mis letras
y las redes,
que me dieron caza los pájaros.
Recuerda que te daba igual.
Recuerda cuando me encontrabas por los bares,
y rumores de rameras que se parecían demasiado a mi.

Si te encuentras tirado en alguna esquina
de algún bar
de un lunes cualquiera.


Acuérdate de mi.