Tabaco y café, sin duda.
También huele a sudor, a perfume.
A veces a champú.
Pero, pongámonos algo más metafísicos
-finjamos que es la primera vez-
Huele a mentiras,
a gemidos, a lamentos.
A madera, huele a mar.
Huele a azul, a verde, a rojo.
Huelen los silencios y las palabras.
Huelen las miradas.
Olía tu dolor,
ahora es el mío.
Olía a caricias, a charlas.
A comisuras de labios torcidos.
Olías a mujeres.
Yo olía a hombres
Olíamos a desesperación entre sábanas,
a balsas perdidas.
-yo más, probablemente-
Y ahora cielo, mi olfato está atrofiado,
sólo huelo despedidas.
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