lunes, 16 de diciembre de 2013

Cobarde.

No entiendo porqué sigues acariciándome el pelo,
o susurrándome en los labios.
No entiendo porque me miras
y me desnudas.
Lo niegas, cobarde.
Lo niegas.
No entiendo porqué escribes para tirarlo.
¿Para que nadie lo vea?
¿Para que nadie te vea?
Cobarde.
Excusas.
Excusas que no entiendo,
 y te acercas a mi lóbulo
-siempre tú, ¿qué tienes? ¿Qué haces?-
Siempre yo.
No lo comprendo y me he cansado.
De intentarlo.
De intentar entender porqué.
¿Es miedo? ¿Es que ha sido mentira?
Dime, cobarde:
¿Por qué suspiras?
¿Por qué rompes las hojas con tu melancolía?
¿Por qué te conformas?
No comprendo tu forma de mirarme.
A veces mientes demasiado.
Una pena que yo ya no pueda mentirte.

O no quiera mentirte.

No hay comentarios: