Y me he olvidado de tu cuerpo,
de esa guitarra que tocaba a ratos.
De tus lunares,
que contaba por decenas,
los he olvidados.
Por triste que parezca
ya no puedo evocar tu olor,
me conformo con tu perfume,
que llevan a ratos los transeúntes.
Ya no sé si tus ojos
eran marrones o negros.
Pero no ha pasado tanto tiempo,
o mejor:
¡tanto tiempo ha pasado!
Porque cada segundo ha sido una tortura
y he fingido que me invadía la felicidad
para no darme celos,
celos de mis buenos ratos,
de ser uno contigo.
Y tras el espejo sólo veo
una cara demacrada,
agotada de actuar
cada vez que te marchabas.
Pero no volviste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario